sábado, 28 de diciembre de 2013

390.206


Necesito una pieza de tela blanca de 1,20x2,80 metros. Lo siento señora, se han acabado las existencias; puede mirar en otro comercio que hay 50 metros más abajo… Tejidos La Esperanza, creo se llama, posiblemente les quede algún retal. ¡Ojalá tenga suerte!.

Lo quiere para hacer una pancarta dando la bienvenida a un hijo que regresa por Navidad, ¿verdad?. ¿Cómo lo sabe?. Últimamente hemos tenido demasiadas peticiones en este sentido. Los regresos estacionales se han multiplicado por 600, y no son más porque todo ahorro es bueno. Hace muy poquitos años se ceñían exclusivamente a bulliciosos e ilusionantes Erasmus y a pocos esperanzados trabajadores. Por el año 2007 la tasa de paro juvenil rondaba el 20%, en 2013 está llegando al 60%. Lo triste es que además es una generación sumamente preparada, los que parten son médicos, ingenieros, economistas, enfermeras…, todos ellos esforzados universitarios, a los que damos un portazo como si fueran apestados. No van en patera, ni organizados por mafias, pero si como consecuencia de legislaciones mafiosas. Señora, tenga en cuenta que desde el año 2008 han salido de España en busca de sustento – ni tan siquiera de fortuna - 390.206 jóvenes. Desde ese fatídico año se han incrementado el 32,7% las salidas juveniles. Dos de cada tres buscan trabajo fuera, el otro deambula en busca de un empleo precario, algo normalito, sobre 600 euros, que los mileuristas están en extinción, en fin, algo que con 32 años le permita no tener que pedir la propina a sus padres, que por cierto están en paro.

Estamos en un país desilusionante, donde poco o nada se hace por fomentar el trabajo juvenil, por retomar la natalidad, y mucho para privar de merecidos servicios a los viejos, los que decíamos mayores antes de las reformas en materia asistencial. Lo cantaba Serrat: “A los viejos se los aparta después de habernos servido bien”. Este será un país de viejos, porque a los jóvenes, en tan solo 4 años los convertimos en exiliados precarios, eso sí, gobiernos incompetentes adornan tan obligada  y dolorosa salida con eufemismos (Eufemismo: Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante), me refiero sin eufemismos a hijoputeces  como: “movilidad exterior” o “espíritu aventurero”, expresiones  que consiguen que padres y madres maldigamos todos sus ascendentes y por si acaso, también descendientes, que podemos ver desde hace muchas décadas los mismos apellidos ilustres frustrando nuestros destinos. Decía Manuel Barrio cuando partía a Chile: “No nos vamos, nos echan”. Así de triste.

Y pensar que no se ponía el sol.

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