viernes, 23 de septiembre de 2016

HARÁN FALTA CARRILES PEATONALES

    Ahora las bicicletas no son solo para el verano, también lo son para aceras de ciudades en cualquier época del año.

     Se ha celebrado recientemente el día sin coche, ¡que guay!. Salimos eufóricos a las calles entre maillots, manillares, pedales, piñones y cascos (quien lo lleve), ¡que felicidad!, por un día circulamos autorizados por tramos de carretera que se muestran atomizadas de ciclistas. Reivindicación, colorido, animación, globos… y mañana volverá nuevamente la desesperación entre peatones.

     Imaginen la secuencia diaria: calles dedicadas exclusivamente a peatones, un logro que pese a los beneficios que suponía tanto costó justificar, y ahora en un totum revolutum toda la ciudad se muestra con gente de a pie conviviendo en mala simbiosis con cierto anarquismo por parte de algunos de la biela, lugares antaño de uso exclusivo para paseantes donde hoy pululan “artistas” de la bici que zigzagueando alegremente, temerariamente y peligrosamente, circulan a velocidades desmesuradas realizando maniobras imposibles, van esquivando al personal que asiste atónito al espectáculo, pedalean sin pensar lo impredecible que somos los humanos así como lo indefensos y frágiles que resultan niños y ancianos.

     Como dice un gran amigo, el péndulo tiene la culpa de todo porque nunca permanece en la mitad. Sucede siempre lo mismo: primero se aboga por los beneficios que genera y se crea la necesidad, luego se exigen los obligados derechos e infraestructuras, posteriormente se legisla de manera chapucera, entonces se hace la vista gorda por parte de la autoridad, y al final, los previamente vituperados  y marginados se hacen con la situación, el conquistador con ruedas impone sus normas, y el derrotado peatón ve agredidos y recortados sus logros, y lo más triste, no puede alzar la voz sin pecar de obtuso. Sí, muchos ciclistas circulan anárquicamente por zonas peatonales exclusivas, no se nos puede olvidar que las bicicletas son vehículos, y como tal deben regirse con las normas obligatorias en materia de circulación. ¿Cuántos ciclistas cuentan con seguro?, porque cuando hay un accidente todo son problemas.   

     No soy sospechoso de ser “anti-bici”, pedaleo más kilómetros que muchos de los que ahora han tomado al asalto nuestras calles y paseos, pero también intento disfrutar día a día caminando por la ciudad y alrededores. La pregunta es: ¿Para qué se han ejecutado tantos kilómetros de carril bici si tan solo los utilizan unos pocos respetuosos? ¡Cuánto dinero gastado estérilmente!

     Como esposo tengo pánico que alguien atropelle a mi compañera, como hijo sea mi madre la accidentada, como padre tengo temor por mis hijos, por ser abuelo tengo terror a que le suceda a mi nieta, y como egoísta que soy, no quiero pensar que mis tripas se vean envueltas entre los radios de unas ruedas.

     Sirva un ejemplo: si vas por el paseo del Espolón o por la Quinta, lo normal es que algunos irresponsables de “coulotte”, pese a tener carril bici paralelo, convivan con los de a pie, pero si pones un pie en su zona habilitada, las voces se escuchan hasta en el cielo. Como ciclistas abogamos por que los coches nos adelanten dejando 1,5 metros, mientras algunos incívicos que padecen de “astigmapeatonalismo” exacerbado nos sobrepasan a escasos centímetros mostrando a partes iguales presunta habilidad e imbecilidad a raudales.

     De caminante voy asustado, pero cuando llego conduciendo a un paso de cebra, el temor se transforma en verdadero pánico, y no por los peatones, sino por ese ciclista incontrolado, que como ejemplo de ecologista coñazo e irrespetuoso con la norma, aparece montado en su máquina infernal a toda velocidad, cuando en realidad debería cruzar a pie pues para eso son  “pasos de peatones”. Otros tantos, si circulan por la carretera son especialistas en saltarse semáforos en rojo y pedalear por dirección prohibida, y para una vez que un agente sanciona la acción, la noticia se refleja en todos los medios, ignoro si por rareza o porque nos la cogemos con papel de fumar.

     Resumiendo, recuperamos con polémica parte de la ciudad en beneficio peatonal y ahora esta se ha convertido en velódromo y pista ciclista incontrolada. ¡Apañados estamos! O ponemos remedio ordenando y sancionando situaciones anormales, o las bicicletas se harán con la ciudad para desesperación de caminantes. Entonces solo quedará solicitar que en la misma correspondencia nos dejen utilizar como peatones los rojos caminos; señores alcaldes manifiéstense.

     Al final habrá que solicitar ¡carriles peatonales !... y obligación de casco para los andarines, claro.


     Bueno, me voy a dar un paseo.

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