martes, 23 de febrero de 2016

VIRGEN DE LOS INÚTILES

En estos tiempos de religiosidad de baja intensidad, habría que crear un patronazgo amparando un colectivo en clara progresión: los inútiles. Miles de devotos incompetentes merecen sacar en andas a esta virgen.
     En el sector primario es donde más escasean los ineptos. Secundario y terciario disputan liderazgo. Los hay en todas las profesiones, hasta en impensables como arquitectura y judicatura muestran también buenos exponentes.
     Los más acérrimos y perseverantes se encuentran en política y en esa otra casta de apoltronados empresarios de tercera generación; en ambos gremios surge con pujanza el “inútil espabilado”, grupo quizás para otra advocación mariana. El primero - ya maduro - en muchos casos alcanza como retiro dorado colarse en un estamento tan inútil como él, lugar nada resolutivo donde su señoría pueda demostrar sus ansias de superación en ineficacia.
     Mi abuelo chatarrero, mi padre joyero y yo pordiosero, dicen del segundo. Este inútil de tercera generación – en muchos casos - llega a presidir “su” empresa más por amor paternal que por valía, el abuelo ya decía: “no lo veo”. El estirado cachorro de buena familia, tras concluir un máster, ha creído ser el sumun en sapiencia empresarial, y así ha ido amparándose en pizarras de gran formato, preguntando a su equipo boquiabierto de palmeros ¿cuánto queremos ganar esta año?
     Pese a no conocer el mercado donde se mueve jamás tendrá problemas económicos, al primer bandazo barruntador responderá con el cierre, y si aguanta, antes de entrar en concurso un racimo de empresas creadas ad hoc habrán desgajado el emporio, y el subastero de turno, entre lágrimas de obreros, aplicará el hisopo a los restos que tantos desvelos costaron a sus ancestros.
     Lo trágico en estos momentos es la conjunción de ambos perfiles, cuyo sincronismo  provoca en despojos humanos, (parados de larga duración, trabajadores precarios - en todos los sentidos -, estudiantes indignados y pensionistas indigentes), el mascullar  entre dientes: “Lástima, acertaron a mamar”.
     Por si acaso, al salir de casa no lo olviden: “Virgen de los inútiles, ora pro nobis”.



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