jueves, 31 de diciembre de 2015

PÓRTICO DE LA GLORIA, TEOLOGÍA, ARTE Y ARTESANÍA

(Entre la recreación idílica y la bella realidad)

RECREANDO LA HISTORIA

Amanece el día 1 de abril de 1188, después de 11 días sin parar de llover, parece que el sol va a dar – si cabe - más brillo y esplendor a una ceremonia solemne en la catedral de Santiago de Compostela. Se va a ritualizar un acto que transcenderá a través de generaciones.

Accedemos a la catedral. Con varias cruces procesionales por delante ha acudido el pueblo en masa; gremios y oficios quieren contemplar el acontecimiento. La comitiva ha ascendido la escalinata que salva el desnivel existente. En representación del rey Fernando II (que no verá concluida la catedral), asisten custodiados por caballeros los miembros de la corte. Hay algún abad mitrado, seis priores; acude también el orondo arzobispo arropado por miembros del cabildo, todos ellos haciendo gala del poder que otorga la púrpura; también – como no - está el Maestro Mateo con sus tres mejores y sabios colaboradores, tiene que explicar a todos su ilusionante proyecto. Esta mañana se van a colocar los dinteles del Pórtico de la Gloria, hoy van a inmortalizarse los asentamientos de una obra que perdurará con admiración a través de los siglos. Todavía faltarán 23 años de duro trabajo y desarrollo para llegar a realizar la consagración solemne del templo, y muchos más para concluirlo en su totalidad.

Mateo, maestro de maestros, con los ojos cerrados se deja llevar por la ilusión. Todo lo tiene en su memoria, ¡ha repasado tantas veces los bocetos! Ya ve el proyecto culminado. Pese a que es un artista destacado al que han sabido reconocer con un jugoso y sustancial contrato, desconoce que su proyección llegará con esta obra cumbre.

El ábside está casi concluido y apremia la realización de un pórtico que ensalce al Creador. Tras hablar con un liturgista de gran prestigio, este director de obra lo tiene meridianamente claro, será un homenaje al Sumo Hacedor en su segunda venida; levantará un pórtico que: “Estará destinado a elevar el espíritu a través de los sentidos, desde el mundo terreno hasta la gloria final de los tiempos…” (1), por esto en una de las tres arcadas representará el Apocalipsis en la más ortodoxa interpretación del último libro del Nuevo Testamento: el Libro de Las Revelaciones de San Juan, que en su capítulo 5, versículo 8, dice: “Los cuatro vivientes y los veinticuatro ancianos cayeron delante del cordero, teniendo cada uno una cítara y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos”. (2)

Así es, durante los últimos meses ha leído con detenimiento y minuciosidad el trabajo escrito más abundante en simbología de toda la Biblia, se ha recreado pensando en estos 24 Ancianos del Apocalipsis que anunciarán el Juicio Final; serán personajes a los que dotará de una especial relevancia, pues sobre ellos va a recaer la gran responsabilidad de interpretar la sinfonía del fin de los tiempos, de la resurrección de los muertos y el temido Juicio Final. Tendrán el privilegio de acompañar con sus instrumentos los cánticos de alabanza a Dios.

Casi es un secreto como será la decoración y simbología que se representará en las tres arcadas. La central será de dimensiones más amplias y de mayor relevancia si cabe. Las corrientes artísticas vigentes están lógicamente influenciadas por el románico, mas el artífice quiere renovar este estilo, pretende lograr un realismo inédito en la escultura, huyendo de rostros hieráticos desea marcar tendencia artística; su idea es dotar de mayor naturalidad a la figura humana. Sus rostros y gestos deberán mostrar expresiones naturales: sonrisa, admiración, paz, crispación…, para ello además de catequesis, la composición deberá aportar realismo para que el pueblo se sienta identificado con lo allí expuesto.  Hay que llegar al corazón del creyente y mostrarle las glorias de la salvación y los horrores del infierno, pero primará en el conjunto lo primero, ¡la salvación!. No ha revelado a nadie que él mismo se representará, y en ese momento tampoco alcanza a imaginar como los peregrinos de los últimos años del siglo XX y primeros del XXI, a su llegada al templo compostelano se golpearán en una sentida ceremonia contra “su” imagen penitente, el denominado Santo dos Croques.

Mateo ve ya esculpidos a sus idílicos ancianos, coronados, con instrumentos musicales de cuerda entre sus manos, sirviendo de inspiración en vigilias nocturnas a los peregrinos, que por entonces ya acuden a millares: “… A ese lugar vienen los pueblos bárbaros y los que habitan en todos los climas del orbe, a saber: francos, normandos, escoceses, irlandeses, los galos, los teutones, los iberos, los gascones, los bávaros, los impíos navarros, los vascos, los godos, los provenzales, los garascos, los loreneses, los gautos, los ingleses, los bretones, los de Cornualles, los flamencos, los frisones, los alóbroges, los italianos, los de Apulia, los poitevinos, los aquitanos…, y demás gentes innumerables de todas las lenguas, tribus y naciones… cumpliendo sus  votos en acción de gracias para con el Señor…”(3)

Imagina una vez concluidas las obras catedralicias, que los peregrinos se reunirán en el deambulatorio del trasaltar y dormirán en el triforio del templo, no sin antes haberse aseado y quemado sus ropas en el Crematorio de los Farrapos  (ahora en las cubiertas catedralicias); con vestimentas nuevas y puros tras la confesión, entre rezos y alabanzas al Salvador, tocarán y cantarán entre ellos para que en el Códex Calixtinus se pueda leer: “… Unos tocan cítaras, otros liras, otros tímpanos, otros flautas, caramillos, trompetas, arpas, violines, ruedas británicas o galas, otros cantando con cítaras, otros cantando acompañados de diversos instrumentos, pasan la noche en vela…”. (3)

Al día siguiente comulgarán solemnemente, y tras reponer fuerzas, afrontarán nuevamente el no menos peligroso viaje de retorno.

Un carraspeo a cargo del representante del cabildo, lo aleja de su ensimismamiento y de la visión idílica y terrorífica a la vez. “Procedamos con el acto” dice el arzobispo. Una vez concluida la ceremonia, dejando atrás el olor a incienso, la engalanada comitiva se deja ver con toda fastuosidad por el mercado, donde labriegos, ganaderos, productores y artesanos intentan vender sus mercaderías a lugareños y peregrinos llegados a Compostela.

En los próximos días, para la posteridad y clase docta, una inscripción labrada dará testimonio de quién fue el artífice de tal maravilla arquitectónica y decorativa:

+ ANNO: AB INCARNATIONE: DNI: MCLXXXVIII, ERA ICCXXVI: DIE KL:
APRILIS: SVPER: LIMINARIA: PRINCIPALIUM: PORTALIUM
ECCLESIE: BEATI: JACOBI: SUNT: COLLOCATA: PER: MAGISTRVM MATHEVM
QUI: A: FUNDAMENTIS: IPSORUM:  PORTALIUM: GESSIT: MAGISTERIUM (1)

+(En el año de la Encarnación del Señor 1188, Era 1226, día de las calendas de abril, los dinteles del pórtico principal de la Iglesia del Bienaventurado Santiago fueron colocados por el Maestro Mateo, que dirigió este portal desde sus cimientos). (1)

En dos días mas comenzará a materializarse lo que en los últimos tiempos ha ocupado la mayor parte de sus pensamientos. El admirado Mateo, casi un hombre del Renacimiento va a adelantarse tres siglos a su época.

“Necesitamos una completa pléyade de oficios: escultores, albañiles, forjadores, carpinteros, tallistas, campaneros, doradores… los mejores de cada gremio… Habrá que contar con buenos geómetras y matemáticos… nos ayudaría mucho alguien relevante en dramatización… Maese Antonio es el mejor policromando figuras, tendremos que hablar con él, su escuela acopiará en cantidad pan de oro, lapislázuli, cinabrio y cuantos pigmentos hagan falta… este será el pórtico de los pórticos; nos es imprescindible la estrecha colaboración de los más grandes entre los grandes”, ha dicho el arquitecto Mateo a sus discípulos.

Desea que sea todo perfecto y único.  El Maestro ha hablado con el pregonero,  pues tiene que anunciar que entre el pueblo se hará una selección de modelos y elegirá a más de 200 personas que serán inmortalizadas en rostros escultóricos. Los próximos días, dentro y fuera de los confines gallegos, se centrará en visitar músicos y luthieres contrastados para desentrañar con ellos los misterios de los sonidos musicales y los secretos de sus instrumentos, pues tendrán que ser de un gran realismo, con aspectos técnicos exactos. ¡Hay que localizar al mejor luthier!, ha concluido.
            
           Mas de uno se escandalizará con las expresiones y sentimientos humanos de las figuras, por eso previamente enseñará sus bocetos a maese Juan y a maese Esteban. Necesita saber de su opinión. Mirad, les dirá: “Será la Jerusalén Celeste. En las tres arcadas voy a representar el Apocalipsis. Aparecerá Nuestro Señor con las llagas propias de la pasión, pero con un semblante de paz y benevolencia. Mantendrá las manos abiertas para dar la bienvenida a cuantos peregrinos acudan…, y en el tímpano central, aparecerán los 24 ancianos tocando instrumentos: Fídulas, cítaras, salterios, organistrum..., tan reales han de ser, que si por un momento se pudiera dotar de vida y movimiento al  conjunto, los instrumentos tendrían que sonar a Gloria”. Lo sueña. Quiere  dejar para la posteridad un legado musical pétreo de incalculable valor.

Ya en presente, afirma D. Manuel Castiñeiras González que hasta cinco fueron los escultores que trabajaron en el Pórtico, algunos grandes expertos que viajaron por Europa para ver las grandes catedrales: “El primero es un genio naturalista, responsable del Santiago del Parteluz y de los 24 ancianos, que vio sin duda la fachada de Saint-Denis y el Portail Royal de la catedral de Chartres”. (6)

Aunque este trabajo no es iconográfico, si es necesario incidir en lo que nos quiso dejar reflejado el Maestro Mateo. Ante la visión del Pórtico nos encontramos con tres arcadas que se corresponden con las mismas naves de la catedral. La arcada derecha representa a la iglesia judía, con el nacimiento y la pasión de Jesús. La izquierda alude a la iglesia de los gentiles, con el Antiguo testamento. El gran arco central, que tiene más tamaño y protagonismo, organiza una síntesis entre ambos mundos, simbolizando la iglesia cristiana con la Parusía, la segunda venida de Jesús al mundo terrenal para juzgar las almas.

ESTUDIOS SOBRE LOS INSTRUMENTOS DEL PÓRTICO

Al pasar bajo el arco de la eternidad, en la suprema comprensión de nuestra vida mortal está el premio y está el castigo”. (4)

Han pasado los siglos y millones de peregrinos han contemplado el Pórtico. Como podemos visualizar ahora, en la Catedral de Santiago de Compostela, en lo que podíamos denominar una de las primeras orquestas medievales, quedaron esculpidos de forma admirable veinticuatro paisanos convertidos en venerables ancianos.

Allí está magníficamente representado aquello que el libro del Apocalipsis narra y que tan bien interpretó el Maestro Mateo. Ha sido tanto lo que este pórtico ha dado al arte, al Camino y a Santiago de Compostela, que algunos tras leer a Rosalía de Castro en los versos: “!Como me miran, facendo moecas/dend as colunas ond´ os puxeron!/¡Será mentira, será verdade!/¡Santos d´o ceo!” (5), no es de extrañar que hayan elevado a Mateo a la categoría de santo. Fermín Bouza Brey narraba en 1932 la anécdota de una mujer que rezaba devotamente frente a la representación de Mateo, mientras decía: “Iste santiño é Mateu, o que fixo todo isto” (6). La anciana viuda oraba frente a él…, frente a su “santo”. En  pleno 2014 pervive la categoría taumatúrgica del maestro para gallegos y foráneos.

Hasta el primer cuarto del siglo XX, se pensaba que los instrumentos de esta orquesta del Pórtico, estaban idealizados o recreados siguiendo la imaginación del artista, pero a raíz de una serie cronológica de actuaciones “in situ”, se ha ido demostrando que son copias fidedignas de instrumentos de la época, elaborados – como veremos – con tal precisión en detalles constructivos y técnicos, que no deja lugar a dudas la presencia de sublimes luthieres asesorando al Maestro Mateo en su bello pórtico.

Muchos musicólogos, a lo largo de los años se habrán hecho la misma pregunta ¿Sonarían en realidad estos instrumentos?. Solo faltaba comprobarlo.

Fue en verano de 1963, siendo cardenal D. Fernando Quiroga Palacios, un orensano reconocido en el mundo jacobeo, (ordenó las excavaciones que posibilitaron el descubrimiento del lauda sepulcral del obispo Teodomiro), quien encargó al profesor José López-Calo la reconstrucción de los instrumentos que el Maestro Mateo había dejado en piedra. Comenzaron los balbuceos constructivos, pero ante el fallecimiento de Wintemitz, uno de los especialistas alemanes contratados, el proyecto quedó aparcado.   En 1976 el profesor Calo se incorporó a la Universidad de Santiago, y con motivo del VIII Centenario de la construcción catedralicia, se programaron una serie de conferencias magistrales recogidas en “O Pórtico da Gloria e o seu tempo” (12), trabajo recopilatorio importantísimo para el tema que nos ocupa. Una de las conferencias corrió a cargo del profesor Ramón Otero Túñez. Disertó una magnífica exposición sobre el tema, un gran trabajo que encandiló a mi siempre admirada Fundación Barrié de la Maza, quien a su vez consideró viable el proyecto de reconstrucción en madera, propiciando un antes y un después inédito sobre la construcción de instrumentos medievales.

En 1982 cuando la Fundación editó el libro “La Música Medieval en Galicia” (13), cuyo autor es el propio catedrático José López-Calo. Ya en 1988 se publicó un delicioso trabajo bajo el título “El Pórtico de la Gloria: Música, arte y pensamiento” (1).

En una de las presentaciones de la publicación se mostró el proyecto a D. Joaquín Arias y Díaz de Rábago, gran responsable de la Fundación Barrié, quien tomó como suyo el reto y desde ese momento promovió su materialización. De la mano del padre Calo y el profesor Villanueva, fueron convocados musicólogos, luthieres, teólogos e historiadores, que de forma multidisciplinar acometieron la actuación. Una vez colocado el andamiaje, al acceder, con sorpresa, se observaron detalles técnicos solo asequibles a grandes profesionales de luthería,  y se ratificó de manera inequívoca que el Maestro Mateo contó para su copia en piedra con asesoramiento profesional, y sin duda con la visualización de  instrumentos musicales originales.

En su tiempo, además de perfección técnica, los instrumentos esculpidos gozaron también de gran belleza cromática. Sabemos que originalmente el pórtico tuvo una policromía sublime, pero es cierto que permaneció a la intemperie durante siglos, soportando humedades, abundantes lluvias y rayos de sol de poniente. Ahora afortunadamente está en el interior, tras la fachada del Obradoiro a resguardo de inclemencias meteorológicas. Como es de entender, estos factores no favorecieron en nada la magnífica policromía. No fue esta la única causa, hubo otra más grave. Según crónicas de la época, la realización de una copia a tamaño real destinada al Museo de South Kensigton, mermó drásticamente la viveza de colores. La desafortunada obra fue dirigida en 1866 por el italiano Domingo Brucciani, quién recibió previamente el encargo del gobierno inglés, y escrito está que contó con el beneplácito catedralicio a la hora de realizar un vaciado en yeso, operación que arrancó parte de la policromía original al quedarse ésta adherida al molde. El deterioro fue tal, que la vecindad manifestó su gran enfado y pesar por ello con manifestaciones incluidas. El cabildo no tardó en desmentir tal atentado, pero lo cierto es que la intervención resultó tan dañina como irreversible. El coste de las obras para la reproducción ascendió a 2.300 libras esterlinas de la época, de las cuales es de suponer, algunas se destinarían a llenar las arcas catedralicias y otras pocas para argumentar y aplacar el ánimo de los santiagueses.

Según  los estudios de la Fundación Barrié de la Maza (18), han sido hasta cinco las policromías que a través de los siglos se han realizado en el Pórtico:
Primera policromía: se conservan abundantes restos sobre todo en el arco de los ancianos. Empleo de pan metálico de oro puro de gran calidad y de lapislázuli como pigmento azul, tratándose probablemente de la policromía original. Denota una importante inversión económica acorde a la importancia de la obra.
Segunda policromía: los materiales empleados son de menor calidad (el oro ya no es puro, contiene plata, y la azurita sustituye al lapislázuli). La policromía anterior se había perdido en algunas zonas y se vuelve a decorar la mayor parte del Pórtico, pero los pigmentos se alteran por efecto de la humedad al estar abierta la fachada.
Tercera policromía: se utilizaron técnicas decorativas de gran riqueza ornamental a base de oro y relieves como los estofados y los brocados aplicados.
Cuarta policromía: Hacia 1651, se sabe que Crispín de Evelino recibió 130 ducados “por pintar y encarnar los brazos, pies y manos de las figuras que están en la portada principal. Es la única de la que tenemos constancia documental”.
Quinta policromía: aparecen pigmentos que surgen en el s.XIX y podría ponerse en relación con las actuaciones más recientes.” (7)
            La mejor policromía, la de más belleza y calidad fue la primera; ingresos y presupuesto dieron para ello. Las otras cuatro han resultado menos duraderas; ahora con las normas de restauración actuales sería impensable otra actuación en este sentido.

RECONSTRUCCIÓN FÍSICA DE LOS INSTRUMENTOS DEL PÓRTICO

Hasta aquí hemos visto la representación idílica e iconográfica del Pórtico, quedando por analizar la parte técnica musical. Voy a focalizar la atención concretamente sobre dos instrumentos que ocupan un lugar privilegiado en la arquivolta central, me refiero al organistrum y la fídula en ocho.

En pleno 2014, aquel que en forma de estudioso, viajero, peregrino, curioso, deportista o cualquiera de las mil maneras que se pueden adoptar para llegar a Santiago de Compostela, ante el Pórtico de la Gloria quedará impresionado por esta obra sin igual. No se trata de otra representación solemne, pues comprobarán que mas bien es una escenificación  desenfadada y atemporal. Debido a la postura, una vez hayan asimilado su dolor cervical, tendrán la sensación de estar asistiendo a los prolegómenos de un gran espectáculo. Va a comenzar nada menos que el concierto celestial ejecutado por 24 ancianos con gran profusión de coronas, vestimentas, instrumentos musicales y adornos. Pensarán como escuchantes que todavía no se han acomodado los músicos, sentirán que entre los actores se percibe el ajetreo típico previo al concierto: El anciano 9 toma su laúd, con una púa ejerce un punteo sobre la cuerda prima, da la nota y el tono preciso al resto, éstos a su vez giran clavijas, presionan sobre el cordal y rasgan las cuerdas hasta conseguir la afinación deseada; el concierto tiene visos de comenzar enseguida, pero así permanecen desde hace siglos.

Instalado el andamiaje los técnicos comprueban en algunos instrumentos que desde el suelo sólo se ven parcialmente, al llegar a su altura se aprecia que están completos. Tienen cuerdas, clavijas, oídos, etc.; incluso los dedos de algunos músicos sostienen la pequeña púa, imperceptible desde otra perspectiva.

En muchos casos las cuerdas casi han desaparecido por causa del polvo y la erosión, pero sabemos su número gracias a las clavijas cinceladas en su parte posterior. Otro aspecto a tener en cuenta para reafirmar que los instrumentos eran como los originales, es que la orquesta está perfectamente colocada de acuerdo a su sonoridad. En la parte superior el organistrum; las fídulas en ocho a continuación, las ovales en la parte inferior y salterios y arpas colocados estratégicamente. Esta perfecta organización diferencia este pórtico de la mayoría, donde los ancianos músicos están colocados de forma más anárquica.

No todos los ancianos portan instrumentos. El detalle de los 21 instrumentos que figuran es el siguiente: 2 laudes, 8 fídulas ovales, 2 arpas, 4 fídulas en ocho, 2 cítaras-salterio, 2 arpas salterio, y un  organistrum. Vemos con ello que absolutamente todos son cordófonos. Reseñar que dentro de esta variedad los instrumentos musicales se dividen en tres apartados: Cuerda frotada, son instrumentos que se tocan con un arco que tensa crines de equino y al impregnarse de resina producen el sonido, (ej. fídula); otro grupo son los de cuerda pulsada, la cuerda se pulsa con una púa o pluma de ave, (ej. laud), y finalmente los de cuerda repercutida, en ellos la cuerda se golpea con pequeños martillos o mazos, (ej. salterio).             

SE REALIZARON POR VEZ PRIMERA EN BURGOS

Pese a la gran propaganda, en honor a la verdad, no fue en Santiago de Compostela cuando por vez primera se reconstruyeron los instrumentos, ¡no!. Con absoluta seguridad fue en Burgos. Corría el año 1982 cuando leí: “El trabajo del luthier o constructor de instrumentos de cuerda, quizá sea el oficio que más romanticismo nos puede sugerir, ya porque el luthier encarna el prototipo de artesano cuyo trabajo no se ve envuelto ni manchado por la producción industrializada, o bien porque su labor nos remite a un tiempo pasado en el que no importaba la cantidad tanto como la calidad del producto” (8). Esta sentida literatura junto con la divulgación de la inauguración de una escuela-taller, me animó a ser un discípulo mas del Maestro Andreas, un luthier greco- chipriota de gran saber y mejor corazón.

Como alumnos, después de varios años realizando instrumentos musicales: rabel, salterio, giga, dulcémele, pochette… decidimos acometer un reto superior. En 1985, con la experiencia adquirida de Hadjí Yianacou (Andreas), que ya había realizado la reconstrucción de todos los instrumentos que aparecen en el Pórtico de la Gloria, con gran apoyo fotográfico, planos solicitados a museos europeos, planimetría de piezas, cotas de otros instrumentos similares y el gran aporte de la publicación “El Pórtico de la Gloria. Música, Arte y Pensamiento(1), los Barrio, Serrano, Pinto, Espiga, Ortuño, Gómez, Giménez…, y este afortunado servidor, decidimos acometer el reto de realizar como alumnos sendas copias de la fídula en ocho (1989), y del  organistrum (1991), así lo contrastan las etiquetas que se fijan tradicionalmente en las cajas de resonancia antes de encolar la tapa.

Demostrar que Burgos fue la primera en realizarlo es sencillo. Si la hemeroteca de “El País” de 09.03.1990 refiriéndose a Compostela decía en titulares: “Los instrumentos del Pórtico de la Gloria  serán copiados por grandes profesionales”, el día 15 del mismo mes, Diario de Burgos rebatía: “Andreas hace años que construye los instrumentos del Pórtico de la Gloria”. Diario 16 con fecha 4 de noviembre de 1991 afirmaba: “Los instrumentos del Pórtico de la Gloria de Santiago suenan en Burgos desde el 85”. Hay infinidad de artículos con apoyo gráfico que lo ratifican. En 1994, Andreas donó varios instrumentos (entre ellos dos reproducciones del Pórtico) para la subasta que se promovió en favor de las obras de restauración de la seo burgalesa (Diario de Burgos 1994.08.28). “Al César lo que es del César”… y para el gran Maestro Andreas mi admiración y el reconocimiento confirmatorio por ser él, el primer luthier en reconstruir los instrumentos del Pórtico de la Gloria. Es de justicia reconocerlo.

Obviamente éste análisis reconstructivo lo desarrollaré bajo mi perspectiva personal, aportando la experiencia vivida entre bastrenes, bramiles, cepillos, gubias, formones, lija, torno… y el recuerdo de olores característicos en una luthería, tanto el humeante de la cola de conejo al “baño María", como del barniz de goma laca aplicado a “muñequilla”,  tal y como se hizo en la Escuela Taller Andreas de Burgos.

ORGANISTRUM. ANTECEDENTES Y RECONSTRUCCIÓN  (Ancianos 12 y 13).

Si decimos que el Pórtico de la Gloria es la máxima representación técnica de instrumentos musicales, el organistrum es el paradigma de todos ellos. Además de tener una ubicación privilegiada, ya que está situado justo en lo alto de la arquivolta central; es dentro de los instrumentos medievales, el que mantiene más elementos diferenciales con el resto: rueda, eje, manubrio, teclas…, también por ello es el de más compleja construcción.

Independientemente de idealización o de sus grandes proporciones, (hasta 2 metros de longitud), es en este bello instrumento donde nos encontramos los primeros detalles indicando que al menos la dirección  de su labrado en piedra, correspondió a un pulcro artesano constructor de instrumentos musicales, y es que la distancia crítica entre la rueda y el puente es la precisa, pues su correcto emplazamiento determina que este suene o no. También que el puente esté perfectamente ubicado en el centro de la membrana superior, nos asevera que estos conocimientos son de tipo estructural y solamente pueden ser aportados por un luthier experto.

Comentaba D. Antonio Poves Oliván: “Por su  tamaño y complejidad era necesaria la presencia de dos músicos para interpretar las melodías, que en la mayoría de la iconografía estudiada, son figuras sedentes con el instrumento apoyado sobre sus piernas. Uno de los dos músicos tenía como misión girar el manubrio para accionar la rueda de madera y así producir el sonido y el ritmo, mientras que el otro músico accionaba el teclado con ambas manos” (9).

El organistrum (fig.15), instrumento precursor de la zanfona, zanfoña o zanfonía (fig.16), es el único  de los del Pórtico del que conocemos con seguridad su nombre debido a la gran documentación existente. El pomposo nombre proviene de “organum” (por las teclas) e “instrumentum”. Algunos estudiosos teólogos piensan que  al ser necesarios dos ancianos para ejecutar la partitura, hipotéticamente se representa la unión del antes y el después de Cristo, y es este el instrumento que tiene el privilegio de ser el nexo de unión entre Antiguo y Nuevo y Testamento. Al constar de tres cuerdas hace que algunos especialistas lo relacionen con la Santísima Trinidad.

Es un aparato musical de cuerda frotada. Para lograr que estas vibren, en lugar de usar un arco,  se consigue a través de una gran rueda de nogal. La sonoridad se produce al girar el eje que mueve la rueda, que al rozar contra las cuerdas envueltas en un algodón previamente impregnado con resina en polvo, emite el sonido que sale por varios agujeros sonoros con forma triangular y redonda. (fig. 17)
            
           Su puente es el más perfecto e impresionante de los 21 instrumentos existentes (fig. 17). Destaca sobre todo por su gran mástil suficiente para albergar la gran cantidad de llaves y clavijas (fig.18); su parte superior está rematada con una bella y rica tracería tallada que se adorna con una taracea incrustada (fig.18). En nuestra reproducción optamos por colocar 11 clavijas cuyo resaltes, con el fin de alcanzar la nota deseada están acabados a diferente tamaño y altura.

Sus cuerdas de tripa quedan amarradas a un clavijero trapezoidal, rematado por  un rombo y cuatro círculos en las esquinas (fig.17), todo él realizado en una pieza con madera de palisandro de río. No sabemos con exactitud como era su manejo, bien si uno de sus ejecutantes tiraba hacia él de sus llaves, las presionaba hacia el interior, o bien las giraba. Está claro que uno giraría rítmicamente la rueda, y el otro actor accionaría las clavijas aportando la presión determinada sobre la cuerda y lograr así la escala musical.

         Nosotros,  siguiendo el buen hacer de Odón de Cluny, un abad de mediados del siglo X, y leyendo su “Quomodo Organistrum Construatur”(10), pensamos que las clavijas eran giradas, pues dedujimos que tirar o presionar sobre ellas, seguramente ocasionaría desplazamientos del instrumento, impidiendo girar rítmicamente el manubrio al otro anciano. En esto hay discrepancias con otros luthieres, pero ya digo que esta réplica la realizamos así, tal y como proponía el Abad de Cluny, al decir: “estas clavijas cilíndricas tenían un puente cada una de ellas, que al girarlas presionaban las cuerdas (10). No obstante también se ha realizado este mismo instrumento con otras variantes de pulsación y los resultados han sido similares.

Las características demuestran que es de sonido sencillo, por lo que se convierte en un instrumento de acompañamiento que no puede ser solista, es decir, resultaría idóneo como acompañante en polifonía y canto coral. Aunque de sonido humilde es espectacular y sorprendería su potencia en monasterios y catedrales.
            
Elaboramos el organistrum con los siguientes materiales: Caja, fondo y mástil con nogal del país; la tapa superior en abeto alemán; para la tapa de mástil, clavijas,  cordal y manubrio utilizamos palisandro de río; el puente que eleva las cuerdas entre cordal y clavijero es de haya, y la rueda giratoria también es una pieza de nogal.

En la catedral de Burgos, la Puerta del Sarmental también es un bello exponente  sobre ancianos músicos, entre ellos se aprecia un pequeño organistrum y alguna fídula. En este caso está tocado por un solo anciano, pues se trata de un instrumento más manejable que el de Santiago. En él se aprecian unas clavijas de forma cuadrada, aparataje que se aloja en habitáculos de idéntica forma, lo cual indica que funcionaba presionando la tecla, teniendo como apoyo el propio vientre del actor, similar a la interpretación con las zanfoñas actuales (fig.19).

FÍDULA EN OCHO. ANTECEDENTES Y CONSTRUCCIÓN (Ancianos 11,14,15 y 16)

Este es también un instrumento de cuerda frotada que produce su sonido mediante cuerdas de tripa, que son frotadas con un arco de crines equinas previamente impregnadas en resina. Son cuatro las fídulas en forma de ocho representadas en el Pórtico.

Obviamente se denomina así por su forma (fig.20 y 21), que recuerda al número ocho ya que su caja de resonancia está estrangulada en el centro. Es la misma forma que la del organistrum, siendo la más habitual en los instrumentos medievales. Hasta nuestros días llegan simetrías semejantes, como por ejemplo las guitarras españolas, algunos rabeles autóctonos, todos los de la familia de los violines, así como muchas de las zanfoñas europeas.

Todas las fídulas en ocho del Pórtico de la Gloria tienen tres cuerdas,  (nuevamente La Trinidad). Sólo difieren entre ellas ligeramente por su tamaño o  la forma de los cordales. En época medieval se llamaron vihuelas.

En la parte superior, los oídos sonoros tienen forma de medio ocho; en la inferior mantiene además dos grupos con cuatro pequeños agujeros circulares (fig.21). La forma plana del fondo y de la tapa, denotan que en este instrumento las cuerdas no ejercían demasiada tensión. El clavijero es pentagonal, y las cuerdas pasan a este a través de una cejilla muy plana; continúan a lo largo del mástil que está en el mismo plano de la caja, para proseguir por todo el cuerpo del instrumento. Se apoyan en un puente muy bajo y se rematan en un cordal de forma trapezoidal (fig.21), siendo esta una tipología eminentemente europea. Todo esto se aprecia con gran definición en la representación escultórica donde también vemos otro detalle técnico, pues observamos en la piedra que las cuerdas a partir de la cejilla cambian su dirección como sucede en la madera (se van abriendo). ¿Por qué entretenerse en detalles tan complicados de realizar a cincel?, ¡Simplemente porque Mateo buscaba la perfección!.

La mayoría de las fídulas del Pórtico sus cuerdas se insertan en el clavijero  meridianamente montadas por encima de la cejilla, siendo una pieza perfectamente representada “in situ” por una protuberancia en la piedra que sobresale del mástil, lo cual indica que los trastes, al igual que sucede con algunos instrumentos griegos o turcos que han pervivido hasta nuestros días, en el original, tenían que estar  realizados simplemente con cuerdas de tripa fuertemente asidas al propio mástil, formando así la escala. En la piedra se podrían haber omitido los bordes redondeados por donde salen las cuerdas hacia el clavijero, solución que evita que la tensión de las mismas dañe la madera. Actualmente esta pieza se realiza en metal, hueso o madera. ¿Cómo alguien sin más conocimientos que los de su oficio podía conocer estos detalles? Son cosas tan nimias, que seguramente al artesano escultor se le hubiese pasado por alto, pero no a un escrupuloso hacedor de instrumentos musicales.

Pese a su modesto sonido, decía el Maestro Andreas: “De los instrumentos de la Edad Media, nada enamora más que el sonido de una fídula en forma de “ocho”, sobre todo si para su elaboración se han tenido en cuenta ciertas reglas. La fase de la luna (menguante de enero) y las mareas son fundamentales, si no se hace con rigor, la madera se agrieta, y además el instrumento jamás tendrá sonoridad. El secado es fundamental y la tapa deberá ser de abeto fino, de juntas vetas. Mi abuelo decía que las clavijas tienen que ser de boj, y el fondo y costados de nogal, y repetía que nada como la conjunción de caoba y palisandro para el mástil”. Así lo hicimos, y mientras pudimos además con maderas autóctonas, básicamente boj de Oña y nogal de Burgos.

Llegados aquí, ustedes también se preguntarán ¿cómo sonaban?. El profesor Carlos Villanueva afirmó al comienzo de la empresa: “Los Sonidos del Pórtico son por ahora una ilusión, más que una hipótesis(11). Una vez concluida sus réplicas han sido muchos los conciertos interpretados con ellos. El más significativo fue el Concierto del Cántico Nuevo a cargo del propio profesor bajo el título “Los sonidos del Pórtico de la Gloria” en el que dirigió al Grupo Universitario de Cámara de Compostela y a Kalenda Maya de Oslo. ¡Había dejado de ser una ilusión!. Se interpretaron obras del Códice Calixtino, Cantigas a Santa María de Alfonso X el Sabio, obras de Martin Códax y del Monasterio de Monserrat de su Llivre Vermell, todas ellas de los siglos XII, XIII y XIV, resultando un auténtico espectáculo:

“El concierto inaugural tuvo lugar en la Catedral de Santiago el 27 de noviembre de aquel año (1991)  y contó con la asistencia de S.M. la Reina Doña Sofía. Con los bancos del templo colocados de espaldas al altar, los intérpretes, situados debajo del Pórtico, pudieron contemplar la sonrisa de los veinticuatro ancianos esculpidos en la arquivolta superior”. (11)
            
          Fue en 1995 cuando auspiciado por la Fundación Barrié, el Grupo de Cámara “In Itinere”, grabó “Os Songs do Pórtico da Gloria”, empleando para ello las reproducciones de organistrum, viola en ocho, viola oval, salterio, y arpa. Para satisfacer la curiosidad del lector interesado, algunos fragmentos se pueden escuchar con placer en la página de la propia fundación: http://www.fundacionbarrie.org/es. De los conciertos ofrecidos fuera de España se pueden deleitar con el realizado en Berlín en el año 2011 accediendo a: https://www.youtube.com/watch?v=6GpH6hHPwDw

ACCIONES ENCAMINADAS A PRESERVAR EL PÓRTICO DE LA GLORIA

Nada es perpetuo y afortunadamente en pleno 2014 el Pórtico goza de una restauración integral. El inexorable paso del tiempo hace mella en la estatuaria  catedralicia. Podíamos hablar ahora del daño que ocasiona la masificación, pero desde sus orígenes, la catedral ha sido visitada por millones de peregrinos, y muy posiblemente la infinidad de candelas y velas consumidas también han contribuido a borrar parte del esplendor, pero hay problemas más graves y acuciantes.

Las humedades  propias de Santiago  se ceban en la destrucción paulatina del mismo y la policromía ya apenas se adivina. Ha sido por ello necesario atajar filtraciones y deficiencias estructurales, incluso ante el teatralizado ritual del peregrino actual, no ha quedado más remedio que tomar medidas consecuentes aunque poco populares, como preservar  el Árbol de Jesé de las manos peregrinas, aislar al Santo dos Croques de tanta cabezada y acabar con parte de la parafernalia. Recordar para los que piensen que esto no se debería suprimir, que no son ritos ancestrales, ni siquiera antiguos. Las medidas si contribuyen a que en el futuro otras generaciones puedan deleitarse al admirar tanta belleza al ver a los ancianos músicos, bienvenidas sean. Ridículo – en mi opinión - es en aras de la seguridad impedir el acceso al templo de peregrinos con mochila y bordón, pues han sido sus apéndices naturales durante la peregrinación, y les resulta muy difícil despojarse de ellos. Las colas en consigna son numerosas y consiguen que el peregrino se sienta extraño en el lugar que tanto ha ansiado durante el periplo, ¡La Casa del Señor Santiago!.
            
      Retomando este sentir del peregrino, yo personalmente aconsejaría a los que acudan a Compostela, incluso aún sabiendo que es estéril esta recomendación para los que lo hagan en Años Santos Jubilares, que entren por la Plaza del Obradoiro, y una vez a las puertas del Pórtico, se dejen llevar por la atmósfera envolvente del mismo, que admiren cada componente, cada anciano, cada instrumento, cada clavija, cada cordal, cada envoltorio de ungüentos o resinas, y queden fascinados hasta con el último pliegue de sus túnicas, que se embelesen con los rostros casi animados de las figuras, que ya por ello escribió Rosalía  de Castro:

 “¿Estarán vivos?, ¿serán de pedra?
                                                Aqués sembrantes tan verdadeiros,
                                                Aquelas túnicas maravillosas,
                                                Aquelos ollos de vida cheos?”.
                                                Vos qu´os fixeches de Dios c´axuda
                                                D´inmortal nome… Mestre Mateo…”  (5)


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