¡He sido abuelo!... Nada hay tan
indescriptible como la vorágine de sensaciones que acuden a tus sentidos cuando
nace un nieto, en este caso, nieta.
He visto a amigos y compañeros hablar de
las maravillas de sus respectivos nietos; hasta lo entendía, pero siempre lo he
asumido en el sentido tradicional de los abuelos como esa figura tierna,
tolerante y cómplice. Nunca hasta ahora lo había sentido en mis propias carnes;
supongo que en las mayoría de los casos ocurre siempre lo mismo: “Es la más
guapa del mundo”…, “igualita que su padre”…, “es como su madre”…, “la teníais que ver… lo
más bonito de la planta…,” ¡pero es que es verdad!.
Un rayo de luz y una bocanada de ternura
nos ha invadido. Ya desde el primer día ha
dado sentido a una parte compleja de nuestras vidas, me ha alejado ese carácter
siempre áspero del que tenemos fama los burgaleses, y ha conseguido que me
sensibilice ante cualquier contingencia, vamos, que hoy día 9 de enero de 2015
he leído que el ayuntamiento burgalés plantea bajar el IBI, y hasta me he
emocionado aún sabiendo que estamos en preludios de campaña electoral.
Cuando vi por vez primera a mi adorada
Claudia, recordé que cuando nació su padre estaba de moda una canción que
decía: “Hijo mío en mal momento llegas, nuestro mundo es un mundo sin amor”, y
que hoy también se podría recuperar. Poco ha cambiado el mundo.
Llega la criatura en un momento complicado,
no sé si más o menos que cuando ha nacido cualquiera, pero los sucesos y
titulares de estos días remueven - por
sus características – los sentimientos de europeos y animan el cotarro del odio
y la intolerancia, ¿Se podrá vivir alguna vez en paz?.
No es fácil. Ayer la tinta impresa se
despachaba con titulares de doce muertos a quemarropa en la revista
“Charlie Hebdo, circunstancia que tiraba por tierra aquello de la “alianza de
civilizaciones” del bisoño Zapatero.
Todo
al grito de Alá es grande. Alá no puede entender tal barbarie, ni Dios, ni
Shiva, ni Confucio…, ¡ni nadie!. El género humano en nombre de una divinidad es
quien acopla las doctrinas a sus complejos, debilidades y delirios. Dejemos en
paz los dioses, que harto tienen con llorar al ver como sus seguidores
confunden amor con imposición, abrazos con decapitaciones o tolerancia con
intransigencia.
Entre mis preocupaciones actuales está pensar
si mis hijos y nietos serán felices en un mundo tan complicado, intransigente y
acérrimo, que posibilita la muerte de niños, que el odio aflore en casi todo, o
lo que es más triste, que se mate en nombre de un Dios justo. Si esto va a ser
así, aconsejaré a mi nieta que reniegue de cualquier movimiento tendente a
eliminar a semejantes en nombre de unos ideales o de un Dios, que en caso de
existir, en estos momentos estará llorando amargamente.
Seguirán las mafias controlando el triste
tráfico humano en pos de una vida mejor, aportando e infausto balance de un
número desconocido de muertes en las aguas del Mediterráneo, y el vallado con
concertinas quedará obsoleto en beneficio de métodos más sofisticados intentando
defender unas fronteras (por otro lado lícitas), y acertará a comprender que la
vida tiene un feo peaje que se tornará en alegría cuando un retoño salga de su
semilla.
Mientras, la nueva generación seguirá
escuchando hasta tener nietos ese vocabulario tendencioso y confuso en frases
de “decrecimiento positivo”…, de lucha contra el fraude…, que somos los
inquisidores de la corrupción…, ya estamos en la buena línea… o que los que emigran
tienen espíritu aventurero. Conocerá como suben los impuestos exageradamente
después de las elecciones, para bajarlos mermadamente cuando lleguen las
próximas. Seguirá contemplando cómo se
imputa a corruptos y trincadores desvalidos mientras manifiestan en voz alta su
inocencia, y además, cuando se demuestre que son unos “chorizos integrales” surgirá
la frase “y tú más”. Seguirán siendo las mujeres las más perjudicadas en la
violencia de género, e inconcebiblemente - ahora lo entiendo menos - leerá que
algún padre o madre (a los que había que retirar el título) han abandonado a un
recién nacido. ¡Siempre ha sido así!
El mundo cambia y se adapta a su tiempo y
circunstancias, más desgraciadamente durante décadas ocurrirá más o menos lo
descrito, porque desgraciadamente no aprendemos de nuestros errores.