Creía tener el gel bien asido, parecía que la forma
ergonómica del envase no permitiría que se me escurriera entre las manos,
cuando alguien se dedicó a embadurnarlo de una especie de vaselina o
jaboncillo. El recipiente no era el mismo, tenía algo pringoso, resbaladizo, desagradable en exceso y
sumamente perjudicial, resultaba imposible sostenerlo con fuerza. En los
últimos años, personalmente se me ha caído la preciada botella al suelo en
numerosas ocasiones, todas ellas programadas y articuladas para el mismo fin,
llegué a pensar en algún momento que todo era causa de mi torpeza, pero el
tiempo confirmó que no. Aunque quiera evitarlo, tras agacharme inocentemente, me
la ha acababan colocando… y no doblada precisamente, claro que te den contra tu
voluntad se llama violación. Al final nos dejan con el esfínter más cerrado que
el Banco España el día de Navidad,
Así fue, me desfloraron cual joven, cándida e indefensa
doncella; de nada valieron mis gritos y pataletas, maldecí, protesté…, ¡no por
favor, que soy virgen!, y dio la sensación que eso “les ponía más” y a golpe de
orden ministerial destrozaron mi inocencia.
Allí estaba yo, como muchos, hace 6 o 7 años, disfrutando
del momento entre pompas aromáticas de gel de baño y cánticos afinados, cuando de
las manos, tras dar ciegas cabriolas como si se tratara de un salmón recién
pescado, se me escapó el gel, y… ¡toma!. Un gobierno progresista – decían - que
no llevaba en su programa aumentar la edad de jubilación, lo hizo justificándolo
ser inevitable, ya saben, todo por salvaguardar las pensiones del futuro, ¿de
qué futuro?. ¿Recuerdan aquello?, ¿susto o muerte?… “bueno, prefiero susto”… ¡Joder
que susto!, ¡ah, haber pedido muerte!. La virginidad democrática hacía tiempo
que me había desaparecido, más no el recuerdo de aquel día que perdí el gel por
el desagüe… rememoro la situación con ojos escocidos y llorosos, todavía no he
encontrado el envase perdido que me vendieron durante 40 años que en la
etiqueta decía: “te lo quitamos poco a poco para tu jubilación”. Si en 1976 estrenaron La Fuga de Logan, en 2014 irrumpe con fuerza La Fuga de Logaran... tizado.
Tras gastar demasiados envases de “polvos de talco”, como por
miedo la gente casi no se duchaba, alguien aseguró que si él controlaba el baño
no sería necesaria más vaselina, que sería todo jabón de glicerina y aroma
floral, pese a que se sabía que era publicidad engañosa, ¿quién se resistía?.
Los abonados, desesperados por el olor, eligieron - por desgracia - en mayoría éste
otro “personal trainer” de tufillo empalagoso y dulzón, que se hizo cargo del
balneario cambiando normas, cambiando porteros, instructores, vigilantes,
socorristas… etc., (que a su vez, siguiendo tradicional costumbre habían metido
los anteriores gestores), entonces parodiando a Corleone y la “familia”, los
hermanos de éstos ocuparon el lugar de los hermanos de aquellos. Como era
previsible lo controlaron todo introduciendo en el negocio a sus amigos y gente
de la cuerda. Era para nuestro bien, ¡la higiene soy yo!, afirmaron. Nos
aseguraban que tenían que controlar el vestuario en profundidad y todo sería
más llevadero. Poco tiempo había pasado cuando aquel catálogo de envases
atractivos que vendieron en mentirosa campaña, se convirtió en otro con
botellas tan imposibles de asir que provocaban su caída cada poco, los usuarios
tenían que agacharse y dejar indefensamente a la vista la confluencia de
glúteos, ¡toma y toma!, una y otra vez. Seguía siendo duro y molesto, no consolaba
que viniéramos de un elevado dolor instalado en la parte más baja del coxis. La consigna era
acabar con los abonados anteriores, abrir una nueva lista de usuarios con menos
derechos, racionar gel y rentabilizar el nuevo “cotarrillo”. Esto para ti…, te
doy esto y tu a cambio…, vamos, lo típico de épocas pasadas.
Es verdad, hemos tenido tres crisis: financiera, industrial
y de la administración, pero nos estamos olvidando de una cuarta: la social. ¿De
qué van a vivir hasta poder jubilarse los miles y miles de trabajadores que han
causado baja en la empresa con más de 50 años?, ¿cómo van a medrar si han
eliminado baños públicos y les descontarán alrededor del 30% de la pensión (7%
por año no trabajado anterior a los 65 y…)?, esto suponiendo que hayan cotizado toda una vida,
más de 38 años y medio; pues lo cuento: rezando para que mamá (el papá es más
difícil), aunque tenga casi 90 y un alzheimer tan cruel como las propias medidas,
viva unos 10 años más, lo suficiente para poder solicitar una ridícula pensión
y subsistir aunque sea sin baño, comprobando que la “jubilación dorada” era
pura quimera, ¡ni tan siquiera han dejado para purpurina!. ¡Qué triste!, la
gente mayor malvive perdiendo poder adquisitivo, eligiendo entre medicinas y
comer, y se les saca de las residencias para que la familia pueda seguir
tirando. ¿Y los jóvenes?, ¿qué pensión les quedará si tienen que cotizar
durante casi 40 años? (de momento). Con esta generación de los que ahora son
padres se acabarán las pensiones y el concepto “ayuda familiar” pasará a ser un
problema circunscrito al propio entorno. Ahí, ahí está precisamente el meollo
del asunto y el porqué de la permisividad y parabién gubernamental al propiciar
abaratar y acabar con el sistema jubilación. ¿Cuántos anuncios leemos de planes
de pensiones?. Nos están instalando en el miedo.
Hasta hace pocos años injustamente se otorgaban máximas prestaciones
con menos de dos decenios de cotización, dieron SOVI a quien mal-justificaba un
año de trabajo; tuvieron prestación gente con 8 y 12 años de dudosa cotización,
y por el contario, a los muchos de los que han intentando dosificar el gel, secándose
a soplidos para poder aguantar hasta el final, han hecho lo imposible para sacarlos
a la calle “en pelotas” y “qué les den”;
tan solo les han permitido sacar el poco gel que cabe en el tapón.
Estaba todo estudiado. Con impunidad han expulsado de los centros
termales a gente demasiado joven para jubilarse y demasiado mayor para encontrar
trabajo (que no para trabajar). Acotan la entrada al recinto a jóvenes y recién
licenciados, grupos que por higiene mental y necesidades básicas, no tienen más
remedio que buscar zonas de baño en otros lugares fuera de nuestras fronteras,
y aquí nos encontramos centenas de millar con los pelos sin secar, maldiciendo
el entramado político. Para más problema, cada año el envase se nos cae nuevamente
con repetidas subidas de impuestos, agua, gas, basuras, transporte,
combustible, seguros… etc., para paliarlo y con engaños sin rubor dicen que no
se pierde poder adquisitivo, cuando los salarios se bajan, y en esfuerzo
infrahumano suben 0,50 euros las pensiones mínimas y 6 cuando se trata de
máximas, y así, en pelotas y tratando de ocultar mis partes pudendas, de
repente, en este 2014 el recibo de la luz me encontró arrodillado en el suelo
jabonado, totalmente indefenso con la frente contra el desagüe.
Dicen que mantienen calidad en el servicio, pero vemos que
no, y el alquiler de taquillas cada vez es más caro. Los tiempos de la
subvención “para todo” han pasado, debemos hasta el “agua bendita” del bautizo,
vamos, que tenemos que pagar los fastos a los que nunca estuvimos invitados y
para justificarse, indolentes, nos cuelgan el sambenito de que hemos vivido por
encima de nuestras posibilidades. Ahora nos cuentan que el número de caída de
usuarios se ha frenado, que cada vez se abonan más a las instalaciones, que se
recuperarán las cifras. No se mientan, de las listas de espera anteriores han
salido jóvenes que no aguantaban sin ducharse, se van y desgraciadamente estos
cuerpos atléticos (la generación más preparada) tardarán en volver, otros se
han cansado de hacer colas esperando una oferta de trabajo que jamás llega, y muchos
de los que entran a diario al “complejo” cuentan como nuevos cada jornada; se contabilizan
contratos diarios de lunes a viernes para darlos de baja sábado y domingo, o de
día en día…, o de horas, todo un engaño manifiesto. Afirman que si lo hacen así
es porque para eso los hemos elegido democráticamente, sí, lo “del pueblo, para
el pueblo, pero sin el pueblo”.
Desde 1975 fecha en que se abrieron las instalaciones de “Los
Baños Democráticos”, en el balneario social de esta España, tan solo ha
cambiado la elección de la gestión del local, algunas paredes se han insonorizado,
se han blanqueado las juntas de los azulejos, y aunque dicen quitar alguna
mancha de humedad resulta que siempre les sale otra más grande, y tras el “anda
que tú”, el puto frasco se sigue cayendo hasta la saciedad. Me da la sensación
que el tratamiento es similar al de entonces, hasta por ilustres apellidos
repetidos; muchos de los que están intentando que te agaches, son los nietos de
quiénes lo hacían con nuestros padres y abuelos. Sin duda haría falta hacer una
limpieza general y en profundidad en todas las dependencias, picar a fondo alguna
pared, encontrar el origen del perturbador moho y repartir botellas con asa.
Seguro que tendremos oportunidad de elegir; éstos o los
siguientes nos prometerán más higiene, toallas con rizo, chanclas finlandesas,
perlas de jabón, velas, barritas aromáticas y hasta suelos con tarima antideslizante…
no se lo crean, al segundo día cederá la escueta toalla, se soltarán chanclas, las
velas se amortecerán y habrá que pagar más en el recibo energético. Las
barritas de sándalo seguirán dando el mismo tufillo que desde hace muchos años
impregna el ambiente de estas instalaciones, y lo peor de todo, las perlas resbalarán hasta el suelo. Resultado:
¡Nos tendremos que seguir agachando!, y sin quejarnos que están prohibiendo
protestar. ¡Mariano, una de vaselina!.
Estoy de bajón… me voy a la sauna…, seca, por si acaso, ¡nunca
me ha gustado el aliento en la nuca contra mi voluntad!.
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